domingo, 28 de octubre de 2012

Gastón es hombre que no se ahorró errores

Pero ya es tarde para volver atrás, será por eso que no es de los que andan tratando de aprender nada, él es lo que es y tiene lo que supo tener.


 
La cena, como es moda ahora, se transformó en una cata de vinos. Desde su cabecera, honor a sus años, escucha hablar de aromas y gustos a sotobosque, a regaliz, pimiento y maracuyá, hoja de tomate y montura de caballo, sudado por supuesto.

Gastón nunca entró a un bosque y jamás se le ocurrió ser jinete, se está aburriendo cuando le sirven un vino con cierta fama por marca y años.


Apenas lo huele piensa que es un poco tarde, ya se ha oportizado y al olerlo encuentra un extraño olor, no desagradable.


Será que, ya lo dijimos, Gastón nunca fue hombre de bosques ni caballos pero sí de mujeres que, sin casi otra intención que su propio asombro dice:
 

"Este vino tiene aroma y gusto a mujer."

Todos se dan vuelta y lo miran y Gastón empieza a arrepentirse de este nuevo error cuando desde la otra cabecera, la de la dueña de casa, se escucha un sonido mezcla de risa y quejido y todos giran para verla.

Allí está Patricia, con la copa en la mano, mordiéndose los labios mientras sus ojos giran hacia arriba y toda ella está tomada por un casi imperceptible temblor.

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