viernes, 21 de diciembre de 2012

Cómo se entra a un Cuento

Admitiendo que frotar lámparas antiguas, caer en un avión en el desierto, encontrar a un Conejo con chaleco y reloj, de bolsillo por supuesto y reclamar un vestido, igual de obvio que el reloj, de fiesta, para ir al baile en el Palacio, y hablar con sapos que reclaman ser Príncipes no es cosa de todos los días ni parece serio, qué nos queda para entrar a un Cuento.

Lo primero que primero es hacer un agujero en el cerco de nuestros Problemas y nuestras Soluciones y ver quiénes andan allí y qué hacen.

Pasan muchos, hay que estar atentos a no seguir a otros muy parecidos a nosotros que andan cargando sus Problemas y sus Soluciones, sería entrar de vuelta al cerco, a cambio, extrañezas mediante veamos a los ¨ diferente ¨

María usa una boina azul, bueno a veces es rosada y otras naranja muy fuerte, tiene una bicicleta ¨ de reparto ¨ esas con la rueda delantera más pequeña y un canasto, lleno de pequeñas macetas de cáctus, se detiene en distintas esquinas y los ofrece, se impacienta rápido, si no llegan clientes o curiosos, arranca a otra esquina.

Juan en cambio se instala todas las tardes en el café de la Grace, que en otoño y primavera tiene una terraza dorada y o verde y perfumada deliciosa, en verano e invierno adentro, en la mesa pequeña de raíz de nogal y las sillas de cerezo, tira las cartas de Tarot.

Pedro entra a los cerros con su bicicleta y cuando vuelve, se le notan dos cosas, el esfuerzo y, que volvió, lo que no es obvio porque todos saben que en los cerros los golpes y las caídas suceden fáciles.

Pancho hace asados los miércoles a la noche, y tiene vinos muy elegidos, puede hacerlo, es tu trabajo, saber que hay un lugar donde se está haciendo esa carne y destapando esos vinos y uno está siempre invitado, es un lujo difícil de resistir.

Carlo siempre está soñando con su volcán místico y preparando alguna expedición, donde, si uno se decidiera tendría lugar.

Siempre hay alguien que está en el medio de su Cuento, y, si se trata de aprender, una buena manera es entrar ahí, en el Cuento ajeno.

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