martes, 15 de enero de 2013

Los amores, todos los amores, los de la pasión de los amantes, los de la nostalgia, los de festejos y los de los encuentros ocasionales necesitan de La Magia del Vino.

El amor de todos los días, ese que se desparrama en gestos repetidos, en siempre las mismas frases en donde las alegrías se mezclan con los enojos, necesitan del vino.

Por qué...

Porque, porque la Magia del Sol, del Agua, de las fermentaciones furiosas, de las maceraciones tímidas, de la guarda en barricas o botellas, son pura Magia.

Y no se puede vivir, a gusto, sin esperar algo de La Magia.

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