miércoles, 21 de noviembre de 2012

Contame cuentos Abuelo...

El nieto de Pedro, Pedrín, ya no es aquel nene que le gustaba escuchar de Piratas o de Indios.
Ahora quiere otro tipo de cuentos: los cuentos del vivir.

Pedro siempre los comienza así...
"Bajá al sótano y traéme una botella de..."

Pedrín baja, la trae, también una madera, un cuchillo de buen filo y un pedazo de salame y queso, más pan de grasa.

Pedro deja que el vino se abra, lo mira a Pedrín, con la misma mirada que miró a su hijo Pedro, pero más tranquilo; para eso son los nietos, para el puro gusto. Y comienza:

Este es un Sirah, es vino de aventuras, de entrar a los desiertos, de trepar montañas, de cabalgar al horizonte, es un vino romántico.

Y le cuenta como fue que antes de casarse -se casó grande Pedro- se subió a un barco mercante que iba al África, ahí se bajó y por ahí anduvo, juntando cuentos.

O, quizás, tuvo ganas de un Cabernet Sauvignon, que es vino para atreverse a todo, a la ambición y al éxito, es para pelear y ganar y ahí le cuenta de sus negocios de importar marfiles y exportar vinos.

Si fue un Malbec son cuentos de Amigos, esos que siempre estuvieron ahí, disponibles, listos para los abrazos, las ayudas y los llantos -que también los hubo-.

Hay mañanas de calor en donde le pide un Sauvignon Blanc, lo hace enfriar y le cuenta:

"Nada como el mar, él juega con vos, sus olas parecen que ya llegan atropellando, pero se desarman y te acarician, así las mujeres del verano, hay que aceptar con ellas que te abandonarán, pero, qué recuerdos te dejan..."

Ya está bueno con mis cuentos, ahora contáme vos, le dice Pedro a Pedrín que ya empieza a tener los suyos.

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