Cuando uno juega con el vino juega a la rebeldía, a creer lo que quiere creer, deja que la fantasía agregue lo que la realidad nos debe.
Nadie puede ponerle reglas a lo que uno siente, el vino tiene la condición de la libertad de los deseos, uno toma vino y siente que su espíritu se expande, sus verdades son otras y su decisión definitiva.
El vino nos hace poetas delicados, sensibles, minuciosos y también guerreros disponibles para grandes batallas.
Uno le cree al vino porque el vino nos agranda la medida.
Nadie puede ponerle reglas a lo que uno siente, el vino tiene la condición de la libertad de los deseos, uno toma vino y siente que su espíritu se expande, sus verdades son otras y su decisión definitiva.
El vino nos hace poetas delicados, sensibles, minuciosos y también guerreros disponibles para grandes batallas.
Uno le cree al vino porque el vino nos agranda la medida.
Es muy real, una copa de vino encierra mil verdades que somos incapaces decir y porqué no también de disfrutar...
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