Sucede siempre, lo primero que reclaman Cuentos y Vinos es que uno se baje de la rutina, la prisa y el ir adónde iba.
Recién entonces, igual que los niños le piden a sus papás, uno le pide al vino...
-Contame un Cuento.
Todos los cuentos comienzan con... "había una vez..." y alguien que, ahí, empezó la historia.
Definitivamente
cuando Aladino limpia y limpia una lámpara de aceite (en esas épocas se
iluminaba a aceite) es obvio que aparece un Genio que le ofrece
satisfacer sus deseos.
Es un Genio Syrah, un poco enojoso, con los misterios del Oriente.
Que
la Cenicienta no sólo era una chica preocupada por la limpieza del
Palacio si no que tenía sus pretensiones de Princesa fue obvio cuando en
vez de pedirle un lavaropas con multiprogramas o una lustraspiradora le
pidió un vestido de fiesta y
zapatos de cristal.
Es un chica Malbec que va al Palacio a deslumbrar al Príncipe.
Alicia
no era chica común, era de mucho carácter, y no se acobardaba nunca ni,
menos que menos, se dejaba mandonear, por eso la historia que cuenta en
Alicia en el País de las Maravillas es tan tan ocurrente, y por momentos
llena de peligros.
Definitivamente Alicia es un Cuento puro Cabernet Sauvignon.
Blancanieves
en cambio, Princesa de siempre pero, por esas cosas de la vida,
arrinconada en el Palacio esperaba al Príncipe que la despertara.
Sin duda una Princesa Merlot, lo tiene todo, pero, pura timidez.
En
cambio, hay pura decisión y arrojo en el muchacho que va con su vaca al
mercado y en el camino decide cambiarla por semillas mágicas para trepar a un alto árbol e ir a enfrentar al ogro y salvar a la
Princesa y, qué menos, bajar con los tesoros.
Muchacho Torrontés que tiene el dulzor de los comienzos, el amargor del final y esa osadía de aromas y gustos.
Y siguen los cuentos...
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