De mañana, un Sauvignon Blanc,
abro la ventana y están las flores, si estoy en el campo, soy un Torrontés
de flores del desierto, dulces.
¡Cómo dudar de que hoy me toca ser
feliz!
Un rato después, me pongo seria,
tomo perspectiva, soy un Chardonnay mineral, de menos flores, la vida no es
puro juego, atender la casa, facultad, programar la semana, estar atenta.
A media mañana, casi mediodía, soy
un discreto Merlot, puro equilibrio, elegancia, también podía ser a media tarde,
pero no, ahí me siento un Malbec, de un par de años, no más, mucho aroma, final
dulce, afloja la tarde de un día duro, soy cariñosa.
Ya es noche, bien, soy un
cabernet, la reina, lo hecho y lo logrado, a veces, un poquito discutidora,
malhumorada, pero lo mejor está por venir, en plena noche, me produzco toda,
soy la mejor, un blend de aquellos de Cabernet, Malbec, un poco de Franc,
quizás Petit Verdot y un año, no menos, en barrica de roble, primer uso
por supuesto y año y medio estibada en sombra fresca, el único tema, la pasión.
Ahora sí, lo quiero todo, el
bouquet, el golpe en la boca que se impone y ese final largo, como mordiendo,
que insiste e insiste.
Me prepara para la embriaguez del
amor.
Después, una copa de tardío o quizás
de un fortificado como el Malamado
Para decir… hoy si que la pasé
bien.
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