Los vientos le hacen hollejos gruesos con mucho
color y demasiada astringencia y, el sol mezquino, demasiado tiempo con fríos -muy fríos- le otorgan gran estructura y sabores
contundentes. Mucha pimienta. Los aromas a frutos quedan un poco desvanecidos.
Ella, una Merlot, es pura elegancia, sus aromas a frutos
rojos recién cosechados en esta madrugada de brumas, le suavizan sus
enojos y puede con su malhumor.
Pero no alcanza con eso, por eso, ella alerta, cada tanto le
dice... "Quiero cariñitos, vamos a la barrica de roble", nueva por supuesto, allí sí, se confunden, se agregan.
Él pierde su rusticidad patagónica y suaviza con humor sus enojos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario