domingo, 13 de noviembre de 2011

A María le costó gritárselo a Juan...

La ayudó, mucho, que hacía tiempo que se lo murmuraba a sí mismo.
Me cansé Juan, de que cada vez que la ves a Sandra te quedés embobado, ya sé que es más alta, más elegante, más importante, que anda por la vida rompiendo corazones...

Yo no soy así, vos decidí...
Juan se sorprendió, pero no tanto, sabe que es así, cuando entra Sandra entra una princesa, cuando Sandra habla siempre tiene razón, cuando Sandra manda, todos obedecen.
Sandra es arrogante.

En cambio, María es una chica del campo, cuando ella ríe hasta los pájaros callan, cuando ella besa, suenan campanas, claro, un ratito, porque María es tímida.

Juan se dijo, ya está bueno eso de creer que todo tiene que parecerse al Cabernet Sauvignon, si no, está en menos.
Si el primo del campo, el Sauvignon Blanc, tiene lo suyo, diferente, y qué...

Por qué no vivir a puras risas y dejar los grandes temas, las profundidades, las trascendencias para los que le gustan.

Juan no duda, atardecer, Sauvignon Blanc, chorro de mineral, poco gas, rodaja de lima, puede ser naranja o limón y la risa de maría...

Lo más parecido a ser feliz.

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