viernes, 3 de agosto de 2012

El hombre parecido a sí mismo

En algun momento llego a mi consultorio un señor muy buen mozo y muy poderoso, de unos 50 años. Viene porque no puede hacer pareja con ninguna mujer que le guste.

 
Sus actividades lo hacen viajar mucho, yo lo veo, cada tanto, cuando está en Buenos Aires.
Me va contando de las mujeres que ha conocido, y lo que sucede con ellas. Hay dos tipos de mujeres. Unas tontas, bonitas y frivolas y lo siguen contentas en todos sus viajes. Hacen mucho shopping mientras él trabaja y a la noche están juntos. Se aburre con ellas y termina dejándolas de vuelta donde las conoció.

Otro tipo de mujeres, inteligentes y con vida propia, agenda ocupada. Comienza a salir, se enamora, las enamora y todo anda bien. Hasta que les pide que dejen lo que hacen, él les va a pasar toda la plata que ellas ganan, pero las quiere en sus viajes. Y ahi recibe un NO de las mujeres, porque gustan de él pero no quieren dejar su mundo para ser unas mantenidas. Y terminan los romances.
 
En general los hombres poderosos se quejan mucho de la estupidez de sus mujeres, de la falta de interés que ellas demuestran en otras cosas que no sean él y los hijos y se divorcian de ellas, por estúpidas y terminan con alguna otra que esté dispuesta a seguirlos, cambiar de paises, dejar todo y convertirse en estúpida.
 
Este señor es demasiado parecido a si mismo, puro cabernet sauvignon, se impone, taninos duros, muerden la boca, es el mejor para carnes de caza, olorosas, muy condimentadas, pero...
Necesita madera, roble de primer uso, francés, mejor, y  compartir el tiempo con la dulzura de un Malbec y con la elegancia de un Merlot.

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