sábado, 4 de agosto de 2012

Uno le debe a la Magia, cuando la convoca

Sucedió en una cena amistosa, divertida, alguien propuso contar un chiste sobre Dios, con una cortesía que me sorprendió preguntó si a alguien de la mesa podía llegar a ofender.
Ana, anfitriona generosa, inteligente, ocurrente y de gusto por los juegos de la retórica lo interrumpió, quizás fuera de su estilo y le dijo...

¨ La Fe es una Gracia de Dios, pobres de aquellos que no la tienen ¨

El chiste no se contó, la cena siguió agradable y no volví a pensar más en temas de Dios, Fe y Gracias.
Hasta hoy que pretendo escribir este libro, Saltar a la Magia.
Se me ocurrió que reclamar Saltar a la Magia es tomar una deuda con ella, si uno la convoca no puede luego reclamar ingenuidad, que no sabía.

Advertencia...  aquellos que Salten a la Magia sabrán lo que vinieron a saber, podrán obran, o no, en consecuencia, pero ese saber seguirá allí, esperando.

Como el paisaje al que lo cierra el perfil de las montañas, como la otra copa que guarda la embriaguez, la Magia está.

Cuando uno la convocó a La Magia, le debe.

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