miércoles, 26 de septiembre de 2012

Los vinos del amor

Desde siempre hay Lisandros en La Consulta. Empezaron hace mucho con don Lisandro Vera, hombre entero si los hubo, que supo de admiración cuando vivió, y vivió lo suyo; y luego de homenaje en el nombre de los primogénitos, muchos Vera pero también Osorios, Rodriguez y tanto buen hombre con el que las chicas Vera se casaron.

 
Y todos saben, Los Lisandros son hombres del vino, vinos como los de antes, Barbera, nada de domarle taninos ni de agregarles madera, vino puro de uva.
Se dice que ese vino, el de los Lisandros, áspero, que deja la boca seca y hace esperar el próximo trago es bueno para el amor.
Y si no que lo diga el Doctor del Pueblo que se apareció a los años, los suyos, con mujer jóven y linda a la que pretendía guardar ahí para que nadie se la discutiera.
Sucedió en la fiesta de la Santa Patrona, todas las autoridades en la misma mesa, incluso el Juan, director de la escuela secundaria, hombre retraído con poco para presumir, por lo menos al lado del intendente, el bodeguero, el del acopio y el médico.
Un Lisandro les sirvió el Barbera a Juan y a Alina, la muchacha traída de Buenos Aires para presumir, y algo hizo ese vino que Juan y Alina se miraron como nunca se habían mirado con nadie.
No hizo falta nada más, sin palabras, discretos, se encontraron en la puerta y fue Juan el que dijo:
- tengo el auto atrás...
o fue Alina la que preguntó:
-¿tenés auto...?
Se dieron cuenta tarde, el Barbera, todos sabemos, es vino de largas sobremesas, Juan y Alina y/o Alina y Juan ya estaban vaya a saber dónde y con què planes.
Los Lisandros tienen montones de historias como esta, si para eso hacen ese vino, para provocar amor.

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