Clotilde no era buen nombre en aquellos tiempos, en donde sobraban las Rosas, Marías, Margaritas y Silvias.
Parecía, y lo era, un nombre que venía de atrás, de las épocas en donde a los nombres los decidía el santoral.
Aparte la Cloti era alta, más alta que las demás nenas y más altas que casi todos los nenes.
En
esos tiempo en donde las chicas tenían que esperar que las sacaran a
bailar los chicos, ninguno se animaba con la Cloti, se les decía,
horriblemente, que "planchaban".
Hasta que un día, como en un
cuento, apareció Sigifredo, que no parecía un príncipe, era bajo,
robusto, bailaba mal y se vestía peor.
Pero la miró a la Cloti
como si ella fuera, y lo fue por supuesto, una Princesa, igual que
muchos años después cuando miró a ese parral de Barbera...
No dijo
nada, lo cuidó mucho. Un par de años después hizo un varietal Barbera que se cansó de ganar premios, y en Italia, nada menos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario