De
chiquita, en una salida, esperada y disfrutada por toda la familia, de
pronto se "atrancaba" con que quería volver a la casa porque había
olvidado su muñeca o su osito Goni.
Lo conseguía, toda la familia de vuelta, apenas llegaba abrazaba a su muñeca o a su osito Goni y se dormía.
Era la chiquita y, qué duda, durmiendo era un ángel, cómo
no perdonarle...
Ahora igual, de pronto se "atranca" con un tema y de ahí no sale.
Hay que reconocerle que cambió la forma de hacerse perdonar.
Prepara
cenas con un toque de sofisticación, sushi o carpaccio o mariscos con
apenas una salsa de limón y tabasco y Sauvignon Blanc frío, muy frío.
Y
algo más, al color y al aroma del vino le agrega el
tintinear de sus pulseras y sus aros, por supuesto, el vino joven,
lleno de alegría y las risas de Marisul, más aros y pulseras, alcanza y
sobra para perdonarla.
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