Tienen ciertas formas y maneras que no son las de todas.
Por lo pronto reclaman cierta actitud minuciosa y concentrada.
Veamos...
Se toman su tiempo para elegir la botella, aún cuando sean dos, o una incluso, se le adjudica a esa botella la condición mágica, por supuesto.
Los que se pretenden Magos con cierta ostentación usan cortacápsulas, algunos pequeñas hojas de acero, otras, más sofisticadas y seguras son pequeñas agarraderas.
Liberado el cuello de la botella centrando bien el movimiento introducen tres vueltas, no más ni menos, del sacacorcho, luego, usando la muesca más corta dan una primera fuerza retirando medio corcho y luego, usando la muesca más larga lo terminan de sacar, todo muy cuidadoso y lento para evitar esas explosiones de vacío, "pum" que no son otra cosa que la pérdida del alma del vino...
Luego, con gesto, casi nervioso, revisan el corcho, que el violáceo del contacto con el vino no haya pasado de ahí, apenas.
Servirse una pequeña porción y hacer una ligera degustación, sólo al servicio de buscar defectos, es el momento previo de servir a todos y luego sí...
Disponibles para la Magia del vino empieza la Historia.
Abrir una botella de vino es un Abracadabras, y suerte que tenemos, cuando lo hacemos.
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