Genaro lo aprendió todo en la calle, lo primero, no confiar, no apurarse, no dar por creído o esperable nada.
Nunca se desespera, se hizo banquero.
Son los otros los que ponen demasiadas ganas, demasiados miedos.
Los amigos le dicen, ganás un millón o perdés un millón siempre la misma cara.
Genaro dice: hay tantos millones para ganar o perder…
María José nació donde la mesa siempre estaba servida.
Podía elegir.
Fue bailarina, azafata, diseñadora de modas, ahora escribe novelas de viajes.
Los hombres siempre le reprochan lo mismo, "de vuelta te estás yendo..."
Genaro sabe que con María José todo es diferente, sabe que lo vivido y aprendido no le alcanza.
Eligió
Sinclair, necesita que, una vez más, Rodríguez Pardo lo inicie en los
territorios del goce y algo más, esos que empiezan cuando el hambre se
sació…
Les sirve:
Los vinos de La Anita.
Esa
secuencia de sabores, olores, texturas, sorpresas son un ejército que
van demoliendo sus mejores razones, sus desconfianzas definitivas.
Genaro dice:
"Por fin, tengo miedo de perder algo"
María José siente que por primera vez… no se puede ir…
No tiene opción, ahora siente, por primera vez, que sin Genaro es pura miseria.
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