miércoles, 11 de julio de 2012

Del libro "Historias Embriagantes"

Juana es una mujer de pueblo. Lo fue su abuela, su madre, lo son sus hermanas y por supuesto ella.
Es áspera, rústica, tiene esa prepotencia que tienen los que se saben fuertes.
Es un Sangiovese, un Tempranillo.
Vinos de todos los días que esperan su oportunidad.


Empieza a suceder, renuncian a 250 quintales y le hacen una poda que los lleva a 150.
Los trabajan con cuidado. Algunos incluso les ofrecen un tiempo en barricas de roble americano.
Con eso se suavizan y se agregan aromas.

La visten de fiesta, como una Cenicienta que lejos de la muchacha humilde ahora ella lo pretende al Príncipe.

Sigue siendo la de siempre, pero no tanto, supo lo que le producía la barrica, se sintió mas afinada, más dulce, más contenida, ya nunca será igual, seguirá probando diferentes cielos, suelos y climas, diferentes sistemas de conducción, raleos de racimos, hasta sentirse como esa noche en que por un momento fue la “Cenicienta”

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