viernes, 12 de octubre de 2012

Pelusa, la impaciente

A Pelusa la impacientan que la quieran.

No se trata que ella no quiera o que no le guste, es diferente, es impaciencia, la ponen incómodas los elogios, las declaraciones de afecto y ni hablar de que le hablen del amor.






Mario lo sabe, pero, a veces las ganas de decirle... te quiero, y más, no se las puede guardar.


Con el tiempo aprendió cómo hacerlo, si es día de sol y calor abre un Sauvignon Blanc, del año por supuesto, no hay otros, que viene con muchas, muchas risas.

Funciona siempre, con la primera copa, Pelusa se ríe, con la segunda se le nota que le empieza a picar la nariz, hace como el Topo Gigio, Mario no se ríe porque eso la enojaría.
Con la tercera los ojos se le van para arriba y con los dedos empieza a hacerse ruliltos en el cabello.

Ese es el momento perfecto...

Mario la mira y, tomándose todo el tiempo del mundo, le dice con minuciosos detalles cómo, por qué, y dónde la ama.

Pelusa, deja la cuarta copa a la mitad, le gusta terminarla para refrescarse después que hizo el amor.

Porque por supuesto... el amor se hace.

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